Rompiendo el “modelo”
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Axel Kaiser
Esta semana fui invitado a Eslovenia a presentar mi libro sobre la crisis financiera, donde pude constar de primera mano la difícil situación del país. Este se encuentra en una crisis profunda producto de un aparato burocrático corrupto y extenso, que controla un sinnúmero de empresas y otorga todo tipo de beneficios sociales.
En el evento, diversas figuras públicas, incluido el ex presidente del banco central, France Arthar, plantearon que lo que hace urgente falta en Eslovenia es un conjunto de reformas liberales al estilo chileno para salir de la crisis. Curiosamente, mientras cada vez más eslovenos plantean a Chile como el “modelo“ a seguir, muchos chilenos quieren retroceder por el camino de Eslovenia. Partiendo por la ex presidenta Bachelet que propone introducir en Chile un tipo de estado benefactor socialista, cuyo fracaso los eslovenos conocen de primera mano.
La idea es romper nuestro “modelo“, que ha reducido la inflación de 300% a menos de 10%, que ha incrementado el ingreso per cápita de US$ 4 mil a casi US$ 20 mil, que ha reducido la pobreza de 50% a 11% y que ha convertido a un país totalmente quebrado en acreedor neto del sistema financiero internacional.
Se pretende en su lugar volver al tipo de organización económica corrupta, ineficiente y colectivista que llevó a la destrucción de la democracia chilena. En efecto, pues fue la expansión del estado de bienestar desde la década de 1930 en adelante lo que hizo de Chile una “rent seeking society“, donde un Estado gigantesco capturado por políticos y grupos de interés hizo imposible el progreso de las mayorías sembrando las semillas para alternativas estatistas cada vez más radicales. La UP no hizo más que radicalizar muchas de las medidas aplicadas por décadas con el fin de superar los problemas falsamente atribuidos al capitalismo e instaurar de paso un régimen totalitario marxista.
Lo chocante es que muchos políticos no conozcan su propia historia y crean que se puede destruir una economía sin afectar los fundamentos sobre los que descansa la democracia. Cegados por la ideología no quieren ver que todos los estados de bienestar del mundo están técnicamente quebrados si se suman las obligaciones sociales futuras y que el pre revolucionario sur de Europa, culturalmente harto más cercano a nosotros que los países nórdicos con que a nuestros socialistas les encanta compararse, será nuestro destino si seguimos la senda estatista.
Peor aún es el caso si se considera que casi toda la promesa de construir un paraíso sobre la tierra de Bachelet y sus asesores intelectuales depende del precio del cobre. Y éste está cayendo y seguirá cayendo. Es más, el próximo gobierno podría tener que enfrentarse a una nueva crisis financiera internacional incluso peor a la de 2008. Pero aunque no fuera así, la dinámica estatista, una vez puesta en marcha, no puede detenerse hasta que desemboca en una crisis. Y es que una vez que los políticos se han habituado a sobornar a las gente con su propio dinero para salir elegidos, ya no hay vuelta atrás. De ahí en adelante la democracia se convierte en una feria donde sale electo el que ofrece más hasta que se acaba el dinero ajeno y la fiesta se termina.